kolko
02-22-2005, 12:21 AM
"Fue excitante, estaba allí, no lo podía creer"
Emanuel Ginóbili
Especial para LA NACION
Un poquito de cansancio tengo porque llegamos de Denver muy tarde. Por suerte hoy [por ayer], Gregg [Popovich] nos exceptuó del entrenamiento a Tim (Duncan) y a mí. Vimos videos, tuvimos una charla técnica y después nosotros dos hicimos un tratamiento especial de recuperación. Hay que volver a meterse en el torneo porque ahora viene lo mejor, la parte decisiva.
La verdad, no pensaba jugar 22 minutos en el Juego de las Estrellas; según lo que había pautado el cuerpo técnico, yo debería haber estado en la cancha unos 18 minutos, pero hubo algunos lesionados: Steve Nash, Kevin Garnett y Duncan [que sigue recuperándose de la rodilla derecha] y entonces pude jugar más. Cuando nuestro masajista atendía a Nash -el base de Phoenix, que pelea el N° 1 con San Antonio-, yo le pedía que le apretara la pierna, que le diera duro... En broma, claro.
En realidad, no me importaba jugar 5 minutos y hacer cero puntos, igual hubiese estado feliz y conforme. Jugar con esos monstruos y participar de semejante fiesta, a la que muchos grandes ni siquiera llegaron, ya era mucho para mí. Antes del partido Tim me preguntó si estaba nervioso, le dije que no. Sólo estaba preocupado por esa rampa de salida de la presentación. No quería caerme y pasar el gran papelón. Me fijaba cómo iban bajando los otros para hacerlo igual.
Fue excitante; estaba allí; no lo podía creer. Me costó caer. Fue muy grosso. De entrada no quería arriesgar porque es difícil adaptarse a la altura de Denver, hay que empezar despacio. En la segunda entrada ya traté de ser más agresivo. Quería ganar. No me gusta dejar pasar a un rival para que te la vuelque en la cara. Es una cuestión de orgullo. Por eso traté de defender fuerte y fui a buscar los rebotes ofensivos. Perdimos porque los buenos tiradores que tuvimos fallaron al final.
Me traje varios souvenirs. El cartelito con mi nombre y el logo del juego que estaba en mi loocker, la camiseta firmada por todos (me animé cuando vi que los demás también lo hacían) y las zapatillas con el logo de Denver. Ahora pienso en todo lo que viví y parece increíble: el solo hecho de que en ese histórico acontecimiento digan tu nombre, en medio de tantas estrellas, ya es algo increíble.
Manu
Link (http://www.lanacion.com.ar/681658)
Emanuel Ginóbili
Especial para LA NACION
Un poquito de cansancio tengo porque llegamos de Denver muy tarde. Por suerte hoy [por ayer], Gregg [Popovich] nos exceptuó del entrenamiento a Tim (Duncan) y a mí. Vimos videos, tuvimos una charla técnica y después nosotros dos hicimos un tratamiento especial de recuperación. Hay que volver a meterse en el torneo porque ahora viene lo mejor, la parte decisiva.
La verdad, no pensaba jugar 22 minutos en el Juego de las Estrellas; según lo que había pautado el cuerpo técnico, yo debería haber estado en la cancha unos 18 minutos, pero hubo algunos lesionados: Steve Nash, Kevin Garnett y Duncan [que sigue recuperándose de la rodilla derecha] y entonces pude jugar más. Cuando nuestro masajista atendía a Nash -el base de Phoenix, que pelea el N° 1 con San Antonio-, yo le pedía que le apretara la pierna, que le diera duro... En broma, claro.
En realidad, no me importaba jugar 5 minutos y hacer cero puntos, igual hubiese estado feliz y conforme. Jugar con esos monstruos y participar de semejante fiesta, a la que muchos grandes ni siquiera llegaron, ya era mucho para mí. Antes del partido Tim me preguntó si estaba nervioso, le dije que no. Sólo estaba preocupado por esa rampa de salida de la presentación. No quería caerme y pasar el gran papelón. Me fijaba cómo iban bajando los otros para hacerlo igual.
Fue excitante; estaba allí; no lo podía creer. Me costó caer. Fue muy grosso. De entrada no quería arriesgar porque es difícil adaptarse a la altura de Denver, hay que empezar despacio. En la segunda entrada ya traté de ser más agresivo. Quería ganar. No me gusta dejar pasar a un rival para que te la vuelque en la cara. Es una cuestión de orgullo. Por eso traté de defender fuerte y fui a buscar los rebotes ofensivos. Perdimos porque los buenos tiradores que tuvimos fallaron al final.
Me traje varios souvenirs. El cartelito con mi nombre y el logo del juego que estaba en mi loocker, la camiseta firmada por todos (me animé cuando vi que los demás también lo hacían) y las zapatillas con el logo de Denver. Ahora pienso en todo lo que viví y parece increíble: el solo hecho de que en ese histórico acontecimiento digan tu nombre, en medio de tantas estrellas, ya es algo increíble.
Manu
Link (http://www.lanacion.com.ar/681658)